Con bikini y ambientación prehistórica, se convirtió en un mito del erotismo. Aquel póster, oh, aquel póster.
Bomba sexual que estalló a mediados de los sesenta, Raquel Welch fue el antídoto ideal para superar la pérdida de Marilyn.
Explosiva, morena, terrenal, con un escote delirante y unas curvas diseñadas para matar, la Welch disparó la líbido de toda una generación.
En la Navidad de 1967, fue a Vietnam, dio un concierto y bailó con los soldados, contentos de olvidar por un segundo la guerra, prendidos del olor de Raquel.
Era, sin duda, la apoteosis de la tía buena.
Era, sin duda, la apoteosis de la tía buena.
'Hace Un Millón de Años', aventura kitsch de dinosaurios y trogloditas, cortesía de la Hammer, fue la responsable del furor.
Raquel viajaba por todo el mundo y la revista 'Playboy', que la adoraba, la llamó la mujer más deseada de los setenta.
Raquel viajaba por todo el mundo y la revista 'Playboy', que la adoraba, la llamó la mujer más deseada de los setenta.
Se mostró especiamente escandalosa en '100 Rifles', spaghetti-western donde subía el tono interracial seduciendo al atleta Jim Brown.
Siempre ha dicho que ser un sex-symbol era equivalente a estar en la cárcel.
Como todas las guapas, quiso que la tomaran en serio. Pero, en este caso, el talento dramático de Raquel estaba justamente a la altura de su sujetador.
Sus intentos de trascender en títulos más ambiciosos no cuajaron.
Como todas las guapas, quiso que la tomaran en serio. Pero, en este caso, el talento dramático de Raquel estaba justamente a la altura de su sujetador.
Sus intentos de trascender en títulos más ambiciosos no cuajaron.
Aún así, nada se pudo igualar al desastre de 'Myra Breckinridge'.
De entrada, la elección de la Welch como la heroína transexual de la novela de Gore Vidal era una idea tan salvaje como divertida, pero la película fue un descalabro de pronóstico.
De entrada, la elección de la Welch como la heroína transexual de la novela de Gore Vidal era una idea tan salvaje como divertida, pero la película fue un descalabro de pronóstico.
Richard Lester la salvó de la quema y le dio el papel de Constance Bonacieux en su revisión de 'Los Tres Mosqueteros'.
Consiguió las mejores críticas de su carrera y hasta le dieron un Globo de Oro.
Involucrada en carísimos espectáculos, Raquel se hizo polifacética, la mejor estrategia para ocultar que no era especialmente buena en nada.
No deja de aparecer en cine y televisión, con la determinación de las supervivientes.
Muestra siempre una belleza que no se marchitará, gracias a las bondades de la cosmética y la cirugía.
Muestra siempre una belleza que no se marchitará, gracias a las bondades de la cosmética y la cirugía.
Una imagen genuina que alumbró pantallas y despertó sueños en sociedades reprimidas, todo fue calor con Raquel.
Se sospechaba, pero ya está claro: Raquel Welch es puro cine.
Se sospechaba, pero ya está claro: Raquel Welch es puro cine.
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